Aqui en silencio adoratriz contemple a Dios

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Basilica San Pedro , Vaticano

Amigos que Dios trae a este rincon de la red.

domingo, 22 de mayo de 2011

SOBRE LA DISCRECIÓN

Abad ANTONIO: Muchos han castigado su cuerpo con la ascesis pero su falta de discreción los ha alejado de Dios.

Un hermano pidió al abad ANTONIO: ruegue para mí. Le respondió: ni Dios ni yo tendremos piedad de ti, si tú no tienes piedad de ti mismo, y no pides nada a Dios.

El abad ARSENIO respondió al abad Marcos que le consultaba qué tenía que hacer con un monje que tenía legumbres (comida) en la celda. Es bueno no tener, pero eso depende de las disposiciones de cada uno. Y si este hermano no tiene fuerza para soportarlo, que plante legumbres.

Abad AGATÓN: El hombre irascible aunque resucite muertos, no es agradable a Dios a causa de su cólera.

Tres hermanos fueron a consultar al abad AQUILES. Uno de los tres hermanos tenía muy mala reputación. Los tres le pidieron un recuerdo, y él lo concedió sólo al de la mala reputación. Al día siguiente los otros dos fueron y le pidieron el porqué de aquella preferencia, y les respondió: sabía que vosotros no os entristeceríais, pero él quizás sí, pensando que era un desprecio por la mala reputación.

Abad ABRAHAM: Las pasiones no se matan, siempre están vivas, pero en las personas sanas están sólo encadenadas.

Un hermano fue a encontrar al abad TEODORO diciéndole: ¿sabes que un hermano se ha vuelto al mundo? Le respondió: no te extrañes de eso. Éxtrañate más bien si sabes que un hermano ha podido huir de la cólera del enemigo.

Un ermitaño célebre fue a ver al Abad PASTOR y le habló de las Escrituras y de cosas espirituales, pero el Abad no le devolvió respuesta. Cuando otro hermano le preguntó porque no le respondía, él le dijo: "el ermitaño de arriba, dice cosas celestiales, pero yo soy de abajo, y digo cosas terrestres. Si él me hubiera hablado de pasiones del alma, yo le habría respondido, pero él me habló de cosas espirituales que yo ignoro". Entonces dijo el ermitaño: verdaderamente este hombre es de Dios.

Un hermano dijo al abad PASTOR: he hecho un gran pecado y voy a hacer penitencia durante tres años. Respondió el abad: es demasiado. ¿Me aconsejas, pues, sólo un año? Es demasiado, le volvió a responder. ¿Pues 40 días? Es demasiado, le dijo. Y añadió: a mi entender, cuando un hombre se arrepiente con todo su corazón y se aleja del pecado, Dios está contento al mismo momento.

El abad PASTOR interrogado sobre pensamientos impuros, respondió: los vestidos abandonados mucho tiempo, acaban por convertirse en polvo. Igualmente pasa con los pensamientos impuros que estan en nuestro corazón, si no los ejercemos físicamente se deshacen.

Abad PASTOR: No vivas en un lugar donde tú veas que los otros se acogen a tu sombra. No harías ningún progreso.

Abad PASTOR. Un hermano dijo al abad Pastor: me vienen muchos pensamientos que me duelen. El anciano le dijo: coge el aire y envuélvelo con tu delantal. Respondió: no puedo. Pues bien, respondió el anciano, tampoco puedes privar los pensamientos de venir, pero lo que tú puedes hacer es resistirlos.

El abad PAMBO fue interrogado por dos hermanos. Uno le dijo: ¿ayuno dos días por semana, y no como sino mendrugos de pan, crees que soy monje? El otro le dijo: del trabajo que hago me guardo un poco para alimentarme, y el resto lo doy en limosnas. ¿Crees que soy monje? El anciano al cabo de tres días dijo: "Pambo, tú ayunas dos días, ¿crees que por eso eres monje? ¡No! Pambo, tú trabajas y haces limosnas, ¿crees que por eso eres monje? ¡No! Y añadió: eso son buenas acciones, pero si guardas tu conciencia de juzgar a tu hermano, entonces serás monje.
Un hermano fue a encontrar al abad SILVANO DEL SINAÍ, y viendo los monjes cómo trabajaban dijo: "no os ocupáis de la comida que se estropea, Maria ha escogido la mejor parte" (Lc. 10,42). El anciano envió a este hermano a una celda. Al llegar el mediodía no lo fueron a buscar para comer. Entonces fue a reclamar al abad SILVANO. Y el abad le dijo: "tú eres un hombre espiritual y no tienes necesidad de alimentos. Nosotros somos carnales y comemos. Es por eso que trabajamos. Tú has escogido la mejor parte: rezas todo el día, y no necesitas alimento. El hermano hizo una metànoia (inclinación) y dijo: ¡Perdonadme! Añadió el anciano: "María tiene necesidad de Marta, y es gracias a Marta que Maria alaba al Señor".

Amma SINCLÉTICA: Hay una tristeza útil y una tristeza devastadora. La tristeza útil nos hace llorar nuestros pecados y las debilidades de los otros, y nos empuja a abandonar la resolución de llegar a la perfección del bien, sabiendo que todos somos pecadores. Éstas son las características de la verdadera sabiduría. Pero hay otra tristeza que viene del enemigo: la acèdia (el disgusto) que viene sin motivo alguno. Contra ésta hay que luchar redoblando la plegaria.

Amma SINCLÈTICA: Una ascesis desmesurada viene del diablo. No quieras ayunar mucho y después comer mucho. No gastes todos los cartuchos de una vez si no quieres encontrarte desarmado a la hora de la lucha. Lo que diferencia la ascesis real de la diabólica es la moderación. Vela siempre sobre tu cuerpo y tu alma, son tus armas para devenir pronto a cualquier contrariedad.

Amma SARA: Si yo pidiera a Dios que todas las personas estuvieran satisfechas de mí, tendría que hacer metànoies (inclinaciones) en la puerta de cada una. Yo prefiero rogar a Dios que me guarde el corazón puro delante de todo el mundo.

Amma SARA: No es la presencia de malos pensamientos lo que nos lleva hacia la condenación, sino el mal uso de estos pensamientos. Tanto puedes naufragar a causa de ellos, cómo ser coronado por su causa.

Amma SARA: No luches contra todos los malos pensamientos sino contra uno solo, pues todos los pensamientos de los monjes tienen un solo centro. Hace falta examinar cuál es su naturaleza en concreto, y después luchar contra ella, así los otros pensamientos perderán fuerza.

Un hermano preguntó a un anciano. Padre: yo interrogo a los ancianos que me responden muchas cosas, pero no me queda nada de lo que me dicen. ¿Con qué fin, pues, interrogarlos si no saco ningún provecho? Entonces el anciano le hizo coger dos vasijas que estaban vacías y le dijo: llena una de agua y vuelve a vaciarla. Hazlo otra vez, otra, y después le preguntó: ¿cuál es la vasija más limpia?. La que ha pasado agua, dijo el hermano. Entonces el anciano respondió: Pues igualmente pasa con las cuestiones que tú propones. Bien que no retienes nada de lo que oyes, pero mientras tanto te purificas más que aquél que no pregunta nunca.

Un anciano: Cuando nos reunimos para hablar de cosas buenas nosotros entramos en el cielo. Cuando decimos mal del otro entramos en el infierno.

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"No debáis nada a nadie, sólo sois deudores en el amor" (Rm 13,8)

Usa el crucifijo . Da testimonio de Cristo Vivo .

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